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Los adolescentes del Raval narran su barrio

Las palabras oficiales nombran el Raval como un barrio de Barcelona situado en el distrito de Ciutat Vella en el que residen unas 48.000 personas. Se encuentra junto al puerto y La Rambla, las rondas de Sant Pau y de Sant Antoni y la calle de Pelai. Sus habitantes han llegado allí desde todo el mundo. Según la web del Ayuntamiento de Barcelona, después de la española las nacionalidades más presentes son la pakistaní, muy concentrada en el Raval sur, y la filipina, que vive mayoritariamente en el Raval norte. Otras palabras, como las escritas por Akisha Ángeles, nacida precisamente en Filipinas en 2005, detallan cómo es el barrio: “Sentada en el sitio de siempre, observo en silencio la calle, todo tipo de personas que van y vienen, y sobre todo flores que una vez murieron y volvieron a nacer junto al verde vivo de las hojas. Estoy casi segura de que no conozco las infinitas historias que puede guardar este lugar, sin embargo, conozco la mía. La tuya. Y la historia que una vez fue nuestra”. Es un fragmento que se lee en “Chit chat”, un relato firmado por Ángeles incluido en Històries del Raval, un libro en el que 21 adolescentes de entre 15 y 18 años narran su barrio, su Raval.

El volumen es el resultado de un proyecto desarrollado entre febrero de 2019 y marzo de 2022 por la editorial Blackie Books, la librería La Central y los institutos públicos de Barcelona Milà i Fontanals y Miquel Tarradell. El objetivo era identificar a jóvenes con curiosidad por escribir y ganas de despertar ese talento narrativo latente para contar la vida en el Raval con sus propias palabras. El primer paso fue un concurso de relatos, que recibió más de 50 textos. De entre todos se seleccionó una muestra cuyos autores participaron en un primer taller impartido en octubre y noviembre de 2019 por los escritores Miqui Otero y Juan Pablo Villalobos. Ese trabajo conjunto y el realizado en el segundo curso, celebrado dos años después, han dado su fruto en este libro cuyas ventas irán destinadas íntegramente a asociaciones y proyectos elegidos por sus jóvenes autores.

Mis vecinos se apellidan Kureishi

El primer día del taller, Otero y Villalobos leyeron a los chavales el inicio de la novela El buda de los suburbios, de Hanif Kureishi. Una de ellas comentó que sus vecinos se apellidaban Kureishi. “Sí, soy yo la que lo dijo”, recuerda entre risas Nosheen Talat. “Salté y dije ‘eh, que mis vecinos se llaman así’. Me hizo ilusión. Debajo de mi puerta están sus tiendas, son mis vecinos, viven en el mismo bloque. Les conozco desde pequeña, me han visto crecer e ir allí de cualquier manera, en pijama, en chanclas o como se necesite en el momento”.

Talat se ha emocionado al tener el libro en sus manos, no acaba de creérselo. Se muestra agradecida por el taller, en el que aprendió a ver más allá y a expresarse de manera diferente a como lo hacía. Llegó al concurso porque su profesora de catalán les hizo escribir en clase una breve historia para otro certamen celebrado por Sant Jordi que ella ganó. Como premio, la profe le apuntó al que organizaban Blackie Books y La Central. En el taller de este desarrolló ese texto, cuya versión final es “11 suïcidis”, una dura historia que aparece en el libro. “Lo que hice —explica— fue expresarme como adolescente que soy en esta sociedad de ahora mismo. Cómo vivimos nuestra vida y cómo los adultos, aunque también tienen sus problemas, se olvidan de que ellos fueron adolescentes en su momento y hacen que los adolescentes de hoy en día lo pasen mal. Es verdad que lo de los once suicidios es un poco fuerte, pero realmente hay muchos adolescentes con depresión y ansiedad y nadie se da cuenta de la presión a la que se les está sometiendo, que les hace ver la vida como algo duro, feo, y se olvidan de lo bonita que es”.

“11 suïcidis” es el primer texto propio que Nosheen Talat ha visto publicado, pero dice que escribir siempre le ha gustado. “Lo que hago es expresar lo que he vivido o lo que he visto que mis amigos, la gente de mi edad, está viviendo ahora mismo”, comenta. Entre sus gustos literarios cita a Blue Jeans y John Green, pero precisa que ella no es mucho de literatura en sí: “Soy más de novelas de hoy en día que puedes encontrar en internet o gente que ha querido expresarse de tal forma”.

El jardín que no tenemos

El aprendizaje en el taller fue de ida y vuelta. En el epílogo del libro, Miqui Otero reconoce que los participantes “son adolescentes, son gregarios, son hipersociables, y nos enseñaron que la escritura también puede ser un ejercicio colectivo, que hay maneras de romper la soledad de la escritura, que hay que aprender a utilizar la primera persona del plural”. El otro profesor, el escritor mexicano Juan Pablo Villalobos, asegura que “no hay que modelarlos, somos nosotros los que tenemos que adaptarnos, aprender otra vez a escribir” y elige su momento favorito de este proceso: “Lo que más me gusta es dialogar con ellos, cuestionando los motivos de los personajes de sus relatos, la descripción del barrio, la lengua de los diálogos. Miran todavía sin prejuicios literarios, y yo siempre siento que ellos también me enseñan”.

Las pautas del concurso previo al taller se establecieron con institutos y asociaciones de la zona “porque ellos conocen a los chicos mejor que nadie”, recuerda Júlia Martí, coordinadora del proyecto. Así se escogió la fórmula del relato corto con temática relacionada con el Raval. Tras la formación y la edición en el taller, Martí está satisfecha con el resultado que se lee en las 21 historias del libro: “Hay relatos de ficción, otros más autobiográficos, pero en todos se ve el barrio de alguna manera, desde las calles y las plazas que aparecen hasta los olores y los ruidos. Hay cosas del barrio que se repiten, algunas buenas y otras malas. Aparecen desahucios, gritos de la policía, ruidos, basura, pero también espacios donde juegan, pasean, se reúnen…”. Con todos estos elementos, ella considera que la imagen del Raval que ofrece Històries del Raval es muy variada, que es “la característica principal del barrio, donde conviven muchas culturas diferentes, diría que el 60% de la gente que vive allí no ha nacido en Barcelona; a la vez es un barrio que está iniciando un proceso de gentrificación, están las tiendas más de moda, bares modernos, algunas casas empiezan a tener unos alquileres desorbitados…”. Por sus calles pasea, según Martí, “una tensión que se ve mucho en estos relatos: gente que vive allí de toda la vida, otra que ha llegado en los últimos años, turistas y habitantes nuevos con un poder adquisitivo muy superior. Es un barrio con una complejidad muy marcada”.

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